viernes, 3 de enero de 2020

Exposición Jardines humanos: Textos destacados

Algunos de los textos de los libros que se encuentran en la actual exhibición temporal que alberga la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica, podemos encontrar diferentes nociones asociadas a la idea de raza y los patrones culturales que dan cuenta sus autores, algunos de ellos con un sesgo notoriamente despreciativo hacia las formas de vivir no occidentales.

Por esto, les presentamos una selección de algunos de los textos que deseamos con este post destacar, teniendo en cuenta que refuerzan la idea curatorial de la exposición Jardines Humanos. A continuación presentamos capítulos pertenecientes a dos obras que se encuentran actualmente en exhibición:


FEROCIDAD DE LOS INDIOS DE LA BAHÍA DE HUDSON
“« Todos los Indios, de cualquiera tribu que sea, son tan desaseados que dan asco, y su primer aspecto denota la mas profunda miseria. Las tierras donde cazan, es cierto que se hallan muy bien provistas de animales, cuyas pieles preciosas son la riqueza de la Compañía inglesa; pero tan estimada es la piel, como asquerosa es la carne. Los osos negros, de color gris, y blancos, las liebres y los castores, son casi los únicos mamíferos que puedan comerse. Todos los demás, como el lobo, el zorro, la marta, la nutria, la angora, la garduña, etc., no pueden servir de alimento sino en una hambre extrema. Los bisontes, los rengíferos, los caribúes, tan comunes en las praderas del norueste, son casi desconocidos en esos parajes. Si los salvajes están distantes de uno de los puntos de la honorable Compañía de la Bahía de Húdson, están á veces reducidos á tales apuros que se devoran unos á otros. Hasta los hay que llegan a hasta comerse los cadáveres de sus propios hijos.
« Con respecto á esto se me han citado hechos que no puedo recordar sin estremecerme. Hasta he tenido ocasión una vez de ver el triste héroe de la escena que voy á describir. Este era un salvaje que viene á hacer el tráfico de sus peleterías en el puesto de Albaní, del cual está distante la tierra donde caza, doscientas cincuenta millas, distancia terrible en un país donde el frio es tan vivo que el mercurio se le hiela en el termómemtro. Habia ya una semana que este infeliz, despues de haber corrido todo el dia sin encontrar animales monteses, volvía por la noche á su cabaña postrado por el hambre y la fatiga. Allí le aguardaban una mujer y dos hijos, victímas de una hambre no menos cruel. Esta noche pues entra llevando la desesperacion dentro de su alma, y cogiendo su macana mató á sus dos hijos. Su infeliz consorte tomó parte en tan horrible banquete. Ambos de consuno devoraron los miembros aun palpitando de la tiernecita familia… Pasáronse algunos dias, con lo que se sintieron de nuevo con hambre. La estacion continuaba siendo rígida, y ambos esposos se pusieron en camino para la fortaleza de Albaní. Al cabo de seis dias de marcha penosísima, la mujer cae desfallecida en tierra. Apenas exhaló el último suspiro, su marido comenzó á comer de sus carnes cadavéricas!!! Algunos dias después llegó á la fortaleza, donde él mismo contaba esto con la mayor frescura.
« Por lo demás, este rasgo social no es desgraciadamente el único en estos malaventurados países, y se renovarian cotidianamente sin la generosidad de la noble Compañía. Hé aquí el estado de la bella naturaleza tan cacareada por nuestros filósofos. Ese bello ideal da lugar á escenas que horrorizarian á las mismas fieras. Al recorrer las selvas del norte de América, hubiera deseado mil veces que el tristemente célebre Jacobo Rousseau se hubiese visto condenado á pasar algunos inviernos en medio de estas tribus infieles, y mas que probablemente hubiera reformado su Contrato social. Y digo infieles, porque no acontece lo mismo con las que han sido regeneradas. Mis neófitos de Abitibi se han horrorizado cuando de vuelta con ellos les he contado esta monstruosa historia.
« Preferiríamos mil veces morir, me decian llorosos y espantados,
«antes que cometer crímenes semejantes. » No se acordaban ya sin duda de estos buenos salvajes, que muchos de entre ellos eran, poco há, tan descorazonados como sus hermanos de la bahía. »”



 COMILONAS DE LOS MONTAÑESES (BAHÍA DE HUDSON)
“« Los Montañeses son golosísimos. Apenas se les ofrece alguna vianda principian por tocarlo todo, y luego escogen lo que hay mejor, y se lo zambullen con un [sic] voracidad asquerosa. No se conoce aquí el uso del tenedor, y hé aquí como lo suplen. Toman la comida con la mano izquierda, la cojen con los dientes, luego empujan con la navaja ó cuchillo cuanto puede caber en la boca. Las primeras veces que fui testigo de estas asquerosidades, creí que á cada momento caeria un pedazo de nariz en el plato, pero no hay miedo, porque en esta materia su habilidad es aun mayor que la priesa [sic] (que es muchísima) con que se ejecuta la operacion. Silencio sepulcral; solo hacen ruido las quijadas, como que de su actividad pende la vida. Acabado el festin cada cual limpia sus dedos en las melenas: se miran con gulosa curiosidad, por ver si todos están hartos, y en seguida se rompe la conversacion.
« Los Montañeses viven de la caza: el alce, el caribo, el ciervo, el buey salvaje forman su principal vianda. Bien que les cueste comer pescado, lo comen sin embargo, sobre todo desde algunos años, muy felices aun cuando no les falta la pesca. Sabe usted ya que los salvajes viven cada dia sin cuidarse del siguiente, lo que causa alternativamente la excesiva abundancia, ó escases [sic]. Nuestros Montañeses, empero, mucho mas previsores que los demás, están menos expuestos á privaciones inevitables: sucede con todo que el rigor de la estacion y la esterilidad del país hacen salir fallida su prevision. Pregunté yo cierto dia á uno de ellos: «Si le habia sucedido estar tres dias sin comer.» y se puso á reir á carcajadas, diciéndome: «Luego no sabes cómo vivimos! he pasado hasta diez dias sin tomar un solo bocado, ni yo, ni mi mujer, ni mis hijos.» Y sin embargo este de quien hablo á usted será quizá el mejor cazador del distrito.»

(Monseñor Taché, 1854.)”

   Roberto Lagos
Historia de las misiones del colegio de Chillán.
Barcelona: Herederos de Juan Gili, 1908, pp. 62-64.

La descripción de estos "indios" canadienses de parte de Roberto Lagos resulta prejuiciosa y condescendiente, poniendo de manifiesto la mejora en la regeneración de los habitantes de este extremo del mundo al haber sido "civilizados" por la religión católica. Podemos, entonces, generar un cruce entre civilización y religión a través de este título, que justifica la presencia y enseñanzas de los bárbaros con el fin de obtener mejoras que son de ámbito cultural, y otorgan juicios de valor en lo que a las formas de vida se refiere. 

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El título El Universo o Las Obras de Dios es otro de los libros expuestos en este momento. Supone una obra de gran interés, ya que presenta a animales y humanos en comparativa, y aparece nuevamente una mención a Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), al igual que en el texto destacado anteriormente. 



OJEADA SOBRE EL HOMBRE
“Habiendo recorrido ya toda la anatomía del cuerpo humano, comparándola sucesivamente con la de los demas animales, hemos de lanzar una ojeada sobre este hombre y definirle completamente.
Esto no se puede verificar, sin embargo de estudiarnos á nosotros mismos, y ningun naturalista ha definido al hombre perfectamente. Para poderlo, pues, verificar de algun modo, es preciso considerar al hombre silvestre (o hipotético), tan decantado por Rousseau, aunque le busquemos en climas más templados, encontraremos un ser desgraciado, falto de todo, aun del instinto para conocer su alimento, vestido con alguna piel ú hojas de árbol; su cutis casi escamoso y cubierto de pelo por la intemperie; acobardado, pues, el palo y la piedra, únicas armas que puede tener, son desiguales para defenderse de las fieras feroces que le acometan. Precisado á vivir en grutas: mudo, pues no ha tenido con quien ejercitar la voz, y pronunciando acaso algunos sonidos de terror y espanto. Este hombre no es el que debe definir el naturalista. Vamos, pues, al de la sociedad, donde encontraremos al hombre ocupando el primer lugar de los seres del universo, pues se ha hecho señor de todo con su industria y poder. Domina los elementos, aun el fuego á quien todos los animales temen. Surca los mares, trastorna los montes, domestica las fieras, etc., etc. Si queremos definirle por sus obras como á otros animales, el construyó las pirámides de Egipto, el Coloso de Rodas, ciudades populosas, etc.
Parece, pues, que el hombre de la sociedad sea el que deba el naturalista definir, pero entrando en su interior se descubren vicios y pasiones que degradan esta altivez. ¿Pues dónde iremos á definirle? El hombre mas aproximado al verdadero carácter de la naturaleza, el labrador que, padre de las familias y dueño de una granja en el campo, tiene una sencillez y probidad de costumbres admirable: ni se alimenta mas que del fruto de sus campos, ni se viste sino con los despojos de sus ganados, y en fin desechando todo lo superfluo, no goza mas comodidades que las que le ofrece la naturaleza. Elegido, pues, este hombre para definirle, atenderemos á su físico ó á su moral. La organizacion de su fisico es como la de los demas animales silvestres. En las partes separada es en lo que hay diferencias muy notables, v. g. en el corazon descansado sobre el diafragma, la articulacion de la mandibula, las venas carótidas, el tendon de Aquiles, que adherido al calcañar hace al hombre tenerse en pie, la articulacion de la cabeza sobre las vértebras y otras particularidades, que le diferencian de los demas animales incluso al orangutan. Si atendemos á lo moral ¡oh que distancia tan inmensa le separa de los otros animales, él raciocinia por razon de su sistema cerebral, teniendo muy poco instinto, y es capaz de dar culto y reverencia á Dios, pues todos los hombres son religiosos, ya sea la religion verdadera, ya las falsas que les sigan. Pero como la moral no puede nada sin el físico, pues si á un hombre se le cortan los brazos, por buen talento y raciocinio que tenga, si no tiene con que ponerlo en ejecucion nunca será mas que un tronco, será preciso hermanar lo uno con lo otro para definirle, y valiéndose de la propiedad solo á él concedida de andar en dos pies, como lo verifica por la disposicion de su cuerpo, diremos que el hombre es el animal que anda en dos pies, que raciocinia y es religioso.
Lineo definió la especie humana con el carácter de la menstruacion, pero está desechado este carácter pues la monas tambien la tienen. 
Si atendemos al temperamento del hombre, es hijo de su idiosincracia y de su pais y alimento, pero se notan cuatro principales. Cada uno segun el humor particular que domina en el sugeto á saber: sanguíneo, bilioso, flemático y pituitoso. Los sanguíneos son sensibles, ligeros, de buen rostro y cualidades. Todas las mugeres son sanguíneas. Los biliosos son coléricos. Los flemáticos son muy pesados. Estos temperamentos dominan mas ó menos en el hombre segun su edad (…) En tocante al alimento podemos tambien definir al hombre. Este es herbívoro pues se alimenta de verduras y frutas, carnívoro pues se alimenta de carnes aunque condimentadas, por manera que se le puede llamar con propiedad animal omnívoro ó que se alimenta de todas viandas, cuya propiedad le hace tambien cosmopolita ó habitante de todo el universo.
Las variedades de la especie humana, remontando á la mas remota antigüedad, provienen de los tres hijos de Noé: Japhet, Sem y Cam. Japhet se cree ser el progenitor de la estirpe blanca ó del Cáucaso, depositaria siempre de las ciencias y de las artes. Sem el progenitor de la raza amarilla ó mongólica y Cam, castigado por su padre con la maldicion de que sus hijos servirian de esclavos á los hijos de sus hermanos, progenitor de la raza negra ó etiópica.
Estas tres razas cosntituyen las variedades de la especie humana que habita el universo, y de ellas vamos á ocuparnos con alguna mas estension, presentando fielmente los tipos de las principales especies.

RAZAS HUMANAS
Muchas son las razas de hombres que habitan en los diversos paises del globo y muchas las diferencias que estas presentan. Los autores están muy divididos acerca de la clasificacion de estas razas principales á que pueden referirse todas las variedades de la especie humana: unos designan seis, otros ocho y otros todavía mas. Pero la mayoría de los zoólogos robustecida con el respetable voto de Cuvier, solo admite tres tipos primitivos ó tres razas primordiales que como ya hemos dicho son:
La raza blanca ó del Cáucaso.
La raza amarilla ó mongólica.
La raza negra ó africana.”



Don Francisco Fernández Villabrille
El Universo o Las Obras de Dios
Madrid y Paris: Establecimiento Mellado, 1854, pp. 58-60





Destaca que en ambos documentos aparezca la relación de la humanidad con la religión. Respecto de las menciones a Rousseau, mientras en el primer texto se cuestiona que el ilustrado hubiera incluido en su famoso texto El contrato social a los habitantes del entorno descrito, dudando de si merecieran la libertad e igualdad que el pensador ilustrado otorga en su escrito a todos los habitantes por igual. En el segundo fragmento destacado, se enfrenta la idea del polímata franco-suizo del ser humano como natural versus el humano educado en sociedad. Es interesante este punto, ya que ambos autores dejan ver que la construcción social del hombre es la que realmente define y diferencia a este ser de otros habitantes de la Tierra. 

En la obra El Universo o Las Obras de Dios se revelan las diferencias entre el ser humano y otros seres de la naturaleza, otorgándole un lugar preponderante en dicha esfera frente a los animales. Interesante es la comparativa fisionómica que realiza dicha obra, y particularmente es destacable el fragmento en que al clasificarlo como omnívoro, esta particularidad le facilita ser "cosmopolita ó habitante de todo el universo".  Con esta idea entroncamos en uno de los fundamentes de esta exposición, la de la adaptabilidad de las especies a habitar en diferentes lugares, mientras que con su posterior clasificación en grupos humanos por razas, llevamos a otro de los núcleos expositivos, que es el cuestionamiento de este tipo de clasificaciones, que tan anejas nos parecen pero que a la vez persisten en nuestro imaginario más profundo, llevándonos incluso inconscientemente a hablar de razas humanas en términos de verdad absoluta. 

Como contrapunto a estas ideas, en una parte de la exposición podemos encontrar algunos libros que muestran cráneos y otras partes del cuerpo humano, siendo éstas iguales para todo tipo de clasificaciones humanas, lo que plantea la validez de las teorías que sustentan las divisiones humanas más allá de lo meramente formal y cultural, es decir, los rasgos fisionómicos y comportamientos adquiridos en sociedad. 

Por tanto, algunos de los libros actualmente exhibidos pueden ser interesantes fuentes de investigación para generar estudios en relación a la antropología, la fisionomía o la dominación cultural: en algunos de ellos se hablan de ritos, costumbres, formas de vestir y vivir en diferentes partes del mundo de corte descriptivo; otros generan visiones supremacistas acerca de las formas de vida culturales; mientras, otros reflejan la anatomía común de los seres humanos. 

En conjunto, la visión de estos ejemplares bibliográficos nos hace mirar desde la actualidad los modelos adquiridos y repensar una nueva configuración del mundo en una era de globalización y migración que son el marco de la sociedad en que vivimos, y en la que parece pertinente plantearse la continuidad de un modelo de razas humanas, modelo adquirido que se nos revela como histórico y obsoleto en el contexto actual. 

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