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jueves, 27 de noviembre de 2014

Los clásicos griegos de la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica

Las bibliotecas en occidente surgen como un fenómeno cultural posterior a la invención de la imprenta con el propósito de poder organizar y distribuir los conocimientos que se estaban difundiendo. De manera simultánea, los distintos establecimientos educacionales, principalmente las universidades, la imprenta y las bibliotecas se multiplicaron en el viejo continente desde del siglo XV. Con el descubrimiento del nuevo mundo, el imperio español estableció algunas de sus instituciones en América, es así como se fundaron las primeras universidades, las primeras imprentas y como consecuencia, surgen las bibliotecas.

En Chile, la primera imprenta tarda en llegar, a inicios del siglo XIX aparece la primera máquina que permitió imprimir libros en nuestro país. Sin embargo, las universidades y las bibliotecas surgen tempranamente en esta región, aproximadamente en la segunda década del siglo XVII podemos ver el funcionamiento de las primeras universidades y bibliotecas, de las órdenes religiosas y de las familias más adinerada de Santiago. La biblioteca de los padres dominicos tuvo una de las colecciones más grandes del país, aproximadamente cinco mil libros que estaban en la Iglesia de Santo Domingo y que ahora se conservan en la Biblioteca Patrimonial de la Recoleta Dominica.

En esta serie de comentarios se presentarán algunos de los libros que se encuentran en Biblioteca Patrimonial de la Recoleta Dominica, particularmente los volúmenes que están en el catálogo de Santo Domingo, el depósito de textos más antiguos que alberga ésta biblioteca.

En mi opinión, una biblioteca es muy similar a un museo, en el sentido que ahí se conserva la inspiración de distintos creadores o autores. Por esta razón, creo, que podemos aprovechar estos espacios de dos formas –sin lugar a duda, hay muchas más manera de sacarle provecho a una biblioteca-. La primera tiene relación con el estudio de la materialidad del libro, es decir, considerar al libro como un objeto de arte. Esta perspectiva le permite al investigador analizar un volumen desde el tipo de encuadernación hasta el ilustrador que diseñó ese texto. Una segunda manera, podría ser el estudio de los libros a partir de la historia de la lectura, una corriente de estudio que se ha trabajado bastante en el viejo continente.

Como ya habíamos mencionado, con el descubrimiento de América los europeos conocen a los americanos y a su vez los aborígenes (gente que está desde el origen, ab: desde y origen: inicio) descubren a los europeos. En estos procesos culturales de intercambio se produce la mezcla, y surge lo mestizo, es decir nosotros; una mezcla entre los costumbres ancestrales americanas y la tradición de Europa occidental. Estos procesos de contacto cultural tuvieron distintas dimensiones sociales, económicas, políticas, religiosas y culturales; en el caso de las prácticas culturales podríamos señalar que el predominio de la mezcla, en el campo de la cultura académica, lo mantuvo el carácter europeo, principalmente a través de la cultura escrita y los distintos centros educacionales que reproducían, en la medida de lo posible, las enseñanzas que se transmitían principalmente en España.

Es de esta manera en que se puede comenzar a comprender la existencia de los autores clásicos como Platón y Aristóteles en ésta biblioteca. Desde el siglo XVII en adelante, creo, que se estudió en el convento de Santo Domingo y en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, la cultura clásica a partir de estos libros, principalmente con la Opera de Aristóteles que se encuentra en seis volúmenes, en una edición hecha en Roma durante el 1668 que está escrita en latín y que se conserva en los depósitos de la Recoleta Dominica.








La gran interrogante que surge a partir de esta breve reflexión es ¿Cómo llegaron los clásicos a la biblioteca de los padres dominicos durante el siglo XVII? Esa y otras inquietudes se pueden comenzar a resolver a medida en que se vaya trabajando en los libros y en los archivos. La riqueza cultural que se alberga en la biblioteca, hay que aprovecharla, para poder comprender de mejor manera el pasado. Por esta razón se hace esta invitación para que todos quienes tengan deseos por estudiar nuestro pasado se acerquen a esta biblioteca y descubran nuestro legado histórico-patrimonial.







Miguel Lecaros Álvarez
Estudiante del Magíster en Historia PUC