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martes, 26 de abril de 2011

Historia de la encuadernación

Encuadernación es el término con que se designa el resultado de un complejo proceso de actividades, que consiste en la unión de determinada cantidad de hojas de pergamino o papel, escritas o impresas, agrupadas en cuadernillos, para formar un cuerpo que se denomina libro.

El arte de la encuadernación, tuvo su comienzo al transformarse el rollo de pergamino o papiro, que resultaba de muy difícil manejo por su forma y dimensiones. El objetivo principal de la encuadernación es la conservación del texto escrito.

Los artesanos y artistas que se dedicaron a este oficio no realizaron muchos cambios técnicos durante el tiempo, pero si crearon una extensa variedad de estilos, dejando plasmada en sus trabajos la huella estética correspondiente a cada época.

Al principio las tapas consistían en dos tablas de madera sujetas por unas cuerdas al cuerpo del libro, las cuales con el tiempo, pasaron a ser verdaderas obras de arte, con preciosas miniaturas, iluminaciones, trabajos de orfebrería, que alcanzaron su máximo esplendor en el período bizantino. En esta misma época se desarrolló otro tipo de encuadernación con características mucho mas sencillas, realizado en los Conventos. Este estilo se denominó encuadernación gótica por coincidir con el período gótico del siglo XIII (las tapas de los libros se cubrían con pergamino).

Las técnicas decorativas del lomo y tapas de la encuadernación mantuvieron una tradición larga y con doble influencia, a través de los artesanos del norte de África y de los monjes irlandeses que trajeron la técnica al continente europeo.

Por ejemplo como cubierta de las tapas se utilizaron planchas de metales preciosos, marfil, esmaltes, piedras preciosas, así como madera tallada. Por otro lado los códices con recubrimiento de piel se decoraban con la técnica llamada gofrado, que se realizaban utilizando pan de oro.

En aquella época el libro era un objeto valioso y muy caro, tanto como puedieran ser las alhajas, por lo que frecuentemente se exigía, para la confección de un libro, un contrato ante notario. El incumplimiento de dichos contratos podía conllevar a juicio y posiblemente pena de prisión.

De esta manera, las encuadernaciones podían revestirse de diferentes formas: los códices de lujo se recubrían con seda, damasco y terciopelo, bordados o decorados con oro y plata, piedras preciosas, esmaltes y marfil; en los manuscritos de uso común se utilizó piel, pergamino o tela. Clavos, cantoneras y bullones servían para proteger las cubiertas de la encuadernación.

Estilos de Encuadernación
La técnica de estampación en frío o gofrado es tan antigua como la propia encuadernación. Los ejemplares mas antiguos que se conocen son bizantinos y los hallados en ma mezquita de Kairuan, Túnez (siglos IX y X) y en Marruecos en la época almohade. Este procedimiento de encuadernación se utilizó hasta el siglo XIV, en que comienzan a introducirse algunos detalles en dorado. A esta técnica le siguió la realizada en piel roja con abundantes estampaciones en oro, con mayor o menor complejidad decorativa y auxilio de policromía (gran difusión en el siglo XV). En España se creo un estilo peculiar conocido como mudéjar español, variante del hispano árabe, donde se funden elementos románticos y góticos con otros de la tradición islámica.

A mediados del siglo XV, con la introducción de la imprenta en Europa, comienza a hacerse popular la encuadernación. Hasta entonces el libro se consideraba un objeto de limitada difusión, confinado generalmente en monasterios y universidades y, muy próximos a estos lugares se situaban talleres de copistas.

La demanda de los libros obligó a crear nuevas técnicas dentro de la encuadernación, como la producción en serie, sin perder por ello el aspecto artesano y estético que la venía caracterizando. Estas modificaciones se notaron más en la ornamentación de los libros. La técnica del uso de hierros individuales para componer diseños dejó paso al de planchas que, de un solo golpe, reproducían la imagen completa, y su diseño fue evolucionando hacia el gusto estético del Renacimiento.

En el siglo XVI, el movimiento renacentista parece destacar por su tónica bastante uniforme: bordes de rectángulos concéntricos, con líneas rectas aplicadas con ruedecillas grabadas. En el tema central predomina el motivo heráldico o geométrico, a veces con cuadrado, rombo o estrella. La ornamentación con follajes, medallones, cuerdas, fauna y flora.

En el siglo XVII apareció un nuevo estilo decorativo derivado del estilo barroco. Los motivos dorados rellenan toda la superficie y dan lugar a decoraciones donde abunda el oro.

Estilo Bizantino (IV-XIII)

Originado en Constantinopla, aparece a finales del siglo IV y se desarrolla hasta mediados del siglo XIII. La encuadernación más corriente en este estilo es la denominada de cartera, con una prolongación de la tapa posterior, en forma de solapa, sobre la tapa superior.

Entre los siglos IX y XV se desarrolla la encuadernación monástica, realizada con tapas de madera recubiertas de cuero, en las que destacan especialmente el cosido sobre los nervios, las cabezas reforzadas y los bullones en las tapas con cierres y cantoneras.

Estilo románico (XII-XIV)

El estilo decorativo en la encuadernación románica toma sus motivos de formas arquitectónicas como arcos, torres o fachadas.

Estilo gótico (XIII-XVI)

Surge a finales del siglo XII a causa de la corriente estética que se desarrollaba en esos momentos. Fue muy difundido por toda Europa, los motivos principales son figuras inscritas en plaquitas cuadradas o triangulares: torres, leones, cabras, etc. Los mas sencillos tienen el lomo y las tapas decordas con simples filetes diagonales o rombos. También se le conoce como gótico monástico.

Estilo mudéjar (XIII-XVI)

Fue un estilo muy peculiar, creado y desarrollado en España durante el período gótico, derivado de la combianción de la cultura occidental con la cultura islámica, que alcanzó su mayor esplendor en los siglos XIV- XV. Sus características principales son: la piel de recubrimiento trabajada mediante la técnica del gofrado o estampación de relieve, y el diseño formado por una combinación geométrica de líneas.

Estilo renacimiento (XV-XVII)

Estilo que nace en Italia y destaca por su elegancia y lujo. Se realizan grandes composiciones con pequeños hierros con motivos procedentes de la arquitectura.

Estilo barroco (XV-XVIII)

Estilo que consiste en llenar por completo las tapas con estructuras de cuadrados y hexágonos, decorados con hierros sueltos estampados en oro. En los diseños de las encuadernaciones españolas influyeron mucho los bordados populares de Toledo, Salamanca, Zamora y las Alpujarras.

Estilo plateresco (XVI-XVII)

Creación española basada en la línea estética propia del siglo XVI, que se puede considerar como una mezcla de los estilos renacentista e isabelino. Sus características fundamentales son: la abundancia decorativa, imitando a los bordados, y la semejanza con el trabajo realizado por plateros y orfebres.

Estilo fanfare (XVI-XVII)

De composición muy cargada, sus principales características son el trazado de doble línea o filete formando rombos, y la composición realizada con hojas y pequeñas flores.

Estilo abanico (XVII-XVIII)

Su característica consiste en la disposición radial del tema, semejante al varillaje de los abanicos, tanto en sus cuatro costados como en el centro.

Estilo pointillé (XVII)

Tipo de filigrana que se asemeja a los encajes, conseguida al grabar con hierros punteados.

Estilo rococó (XVII-XVIII)

Toma el nombre del estilo artístico que sucede al barroco. Se caracteriza por sus motivos ornamentales, que en su mayoría son la flor y las hojas del acanto.

Estilo neoclásico (XVIII-XIX)Este estilo surge a finales del siglo XVIII, como una reacción al desmesurado y extravagante estilo barroco. Se caracteriza por su sencillez en la composición de los temas ornamentales basados fundamentalmente en líneas rectas y grecas.

Estilo cortina (XVIII)
Creado y desarrollado en España a finales del siglo XVIII. Realizado sobre pieles de vivos colores o pasta valenciana, sigue conteniendo los enmarcados propios del Neoclasicismo, situando en las esquinas líneas semejantes a cortinajes que se sujetan en el centro.

Estilo catedral (XIX)

La frialdad del neoclasicismo inicia el desarrollo de un nuevo estilo a mediados del siglo XIX denominado de catedral, por imitar los diseños de las ventanas góticas.

Estilo romántico (XIX)

Nace en Alemania como protesta a las formas clásicas. Inspirado en los valores espirituales de la Edad Media, con la aportación del buen gusto y refinamiento francés.

Estilo modernista (XIX)

Trata de romper con la tradicional concepción de arte vigente, grandes curvas, largas y ondulantes con motivos vegetales y elementos fantásticos.

A finales del siglo XVIII, surgió un grupo de artistas vinculados al impresor Benito Monfort y al encuadernador Benito Fuster, que comienzan a producir nuevos diseños, creando la escuela valenciana. A partir de esa época, los encuadernadores se dedican a recrear y mezclar la diversidad de estilos existentes.

Texto e imágenes:
Felipe Gilabert Rodríguez
Bibliotecólogo Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica

Fuente:

Vergara Peris, José. Conservación y restauración de material cultural en archivos y bibliotecas. Valencia: Generalitat Valenciana, 2005.
238 p.