miércoles, 25 de enero de 2017

Santiago Panadero, una exposición al ofició del Pan en Santiago

Con las manos en la masa:

"A
l rescate del oficio del pan."

(Puedes visitarla hasta fines de marzo 2017 
con visitas guiadas al mediodía)
  


Ésta exposición, que alberga la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica, es parte de un proyecto de investigación, el cual busca adentrarse y  poner en valor, mediante el trabajo de campo y el desarrollo de 3 plataformas de difusión (libro, registro fotográfico y un  documental de 30 minutos), el oficio tradicional del pan, a través de un recorrido y estudio en profundidad  por 10 panaderías tradicionales en la ciudad de Santiago.

La investigación tiene como fin dar cuenta de una práctica tradicional en actual desaparición, y cuya cotidianidad en la cultura alimentaria nacional ha impedido su puesta en valor patrimonial y cultural.


El sentido patrimonial del hacer pan de forma artesanal en Chile y su capital es amplio. No sólo da cuenta de la apropiación de un “saber hacer” exógeno (europeo), de prácticas y técnicas de panificación que en el suelo nacional desarrollaron formas y sabores particulares; sino también de dinámicas sociales especificas al caso chileno. Desde al menos comienzos del siglo XX, la panadería tradicional es un lugar de encuentro cotidiano, pero también de encuentro intercultural (patrón/español con operario/mapuche y en la actualidad peruano y de otras nacionalidades y etnias).


Asimismo, el trigo, el pan y la panificación fueron utilizados por las políticas públicas como medios de complementar la nutrición de la población nacional (con la adición de hierro, vitamina D, ácido fólico y la disminución del sodio). El objetivo de la investigación y en parte de esta exposición es que la tecnificación e industrialización de la panificación en Chile pone en peligro de reproducción de esta instancia tradicional y de encuentro social.

Como da cuenta el trabajo de Oreste Plath, “el pan en la ideología popular” (1965), hasta mediados de siglo las panaderías tradicionales elaboraban una diversidad de tipos de panes que en la actualidad es difícil o imposible rescatar; Adicionalmente, la producción industrial a gran escala tiende a minar las relaciones sociales tanto en el ámbito de la producción como en la distribución (venta al público).

Aunque en muchos sentidos estamos frente a un proceso irreversible de cambio, el presente proyecto, que se puede apreciar en esta exposición, intenta por una parte poner en valor una tradición patrimonial de la cultura alimentaria chilena, al mismo tiempo que busca reconstruir la historia y rescatar esta tradición a través de un viaje por diez panaderías de Santiago como ejemplos particulares de un fenómeno extendido.


Con este plan, se espera abordar una cantidad amplia y diversa de público, de tal forma de hacer de este proyecto y su resultado una difusión masiva, con contenidos en formatos que permitan motivar a distintos públicos a imbuirse del tema de manera lúdica y atractiva, pero sin perder el sentido investigativo del proyecto.




La exposición en la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica, estará disponible para ser apreciada hasta el mes de Marzo del año 2017, además junto a la esta muestra, se exponen libros pertenecientes a la colección de la BPRD, alusivos a la historia, técnicas y métodos con los cuales se realizan el pan. Complementado con laminas grabadas pertenecientes a las colección dela Enciclopedia de D'alembert y Diderot; y láminas de grabados europeos.











martes, 5 de julio de 2016

OFICIO INVISIBLE: Papeles decorados en las colecciones de la Biblioteca

El libro antes del papel decorado

En los primeros siglos de la imprenta y hasta el siglo XIX eran pocos los impresores que encuadernaban los volúmenes en el taller. Así la tarea de darle una más duradera cubierta a los ejemplares recaía en el dueño final, dejando a merced de su gusto y capacidad adquisitiva la encuadernación que recibirían sus libros, muchas veces acorde a los colores de su propia biblioteca.
Sería a mediados del S. XVII, y gracias al aumento de los tirajes de imprenta, que empieza a florecer el interés de los impresores por encuadernar sus propios libros y así aumentar el valor de cada uno de ejemplares vendidos. Esta nueva empresa editorial exige un descenso en los costos de producción y el cuero ya no es una alternativa viable. De esta forma se populariza el llamado estilo “holandés”, característico de las encuadernaciones que compraban los becarios universitarios por su modesto precio.



Marmolados

De tradición casi milenaria, los papeles marmolados han sido por siglos los papeles de lujo por excelencia; el complicado y alquímico proceso de fabricación, los exóticos materiales y sus inmensas combinaciones y variedades lo catapultaron como un arte místico, apreciado por Chinos, Japoneses, Persas, Indios y Turcos. Fascinados por este misterioso método de lejano oriente, los hombres del Renacimiento fueron los primeros occidentales en estudiar el proceso y en replicarlo; mas no sería hasta el S. XVII que pasaría de ser el secreto de unos pocos a convertirse en una verdadera industria asociada al libro, cambiando por completo el enfoque espiritual que le entregaron las civilizaciones de oriente por una principalmente decorativa.
El marmolado habla de una familia de técnicas que imprimen la superficie de un papel u
otro soportemediante transferencia de una pintura que flota sobre un líquido. Esta pintura puede ser manipulada de diversas formas: con abanicos, varas, cepillos, químicos y peinetas. Occidente fue particularmente creativo con la invención de peinetas, herramientas y nuevos estilos, cada cual propios de una región y una época; estos son el caso del “rizo francés”, las finas peinetas alemanas o “nonpareill” (fr. “sin igual”) y los
hermosos marmolados ingleses del s.XIX y XX.










Este nuevo interés por el papel provoca que los mismos impresores ingresen al mercado de la producción de papeles decorados xilografiados que, impresos muchas veces con pasta de engrudo, eran la mejor competencia de los coloridos y onerosos marmolados.
Sería en este siglo que la ciudad de Bassano Del Grappa, en el norte de Italia,
se convertiría en la capital 
mundial de la producción de papeles decorados, todo gracias a la aparición de la Familia Remondini quienes desde 1657 hasta 1861 se mantuvieron como principales impresores de libros y papeles para encuadernación, logrando distribuir sus estampas mediante extensas redes de comercio por toda Europa e incluso América.






La revolución impresa 



Durante siglos los papeles impresos compitieron de manera equiparada contra los papeles marmolados y pintados a mano, pese al elevado costo de estos últimos. No obstante los avances industriales del siglo XIX permitieron un crecimiento exponencial en la producción de libros y, por consecuencia, de papeles decorados para encuadernación. La imprenta rotativa (c.1840), la litografía y la esgrafía se impusieron como las formas predilectas de los impresores, quienes se apropiarían casi de manera definitiva del proceso de encuadernado, abriendo paso a la novedosa encuadernación artística. Si bien los primeros papeles decorados se imprimirían a semejanza de los marmolados con el tiempo se transformaron también en una efectiva forma para realzar el contenido del libro o incluso con fines publicitarios. 




Importantes exponentes en el uso este tipo de papel fueron las encuadernaciones artísticas de la casa barcelonesa “Montaner i Simón” y en Chile destacaron la “Imprenta y Encuadernación Barcelona” y la “Imprenta Tornero”.

Otro tipo de papel decorado de carácter más lujoso se desarrolló en la Alemania del siglo XIX y se popularizó por Europa y Estados Unidos gracias a la imprenta rotativa, los llamados papeles “Brocados” lucen una apariencia textil y una llamativa película dorada que resultó ser muy frágil a las inclemencias del tiempo; al día de hoy son raros los ejemplares que sobreviven en un buen estado de conservación. En Chile fueron utilizados por la “Librería Chile” (luego “Zamorano y Caperán”) para gran medida de las
encuadernaciones que ofrecían a sus clientes.




Papeles de Annonay

Situada en medio de la ruta de la seda, la región de la Occitania francesa, fue el hogar de gran parte de la industria papelera del país galo desde los siglo XVII y XVIII. La ciudad de Annonay rodeada por dos afluentes del río Rhône (Cance y Deôme) se convirtió así en capital de los molinos, albergando familias de tradición papelera tan importantes como los Canson y Montgolfiers. Esta última sería la responsable de la invención en la década de 1820 de los famosos f auxmarbrés (o falsos marmolados) que se pintaban con un cepillo de manera directa sobre el papel; su bajo costo y semejanza con el marmolado hicieron que se fabricasen de manera industrial durante gran parte del s.XIX, llegando a tener una gran presencia en toda Europa y en gran parte de la industria encuadernadora Sudamericana.
Sin embargo los Annonay no son los únicos ejemplos de papeles pintados de aplicación directa, ya que fueron antecedidos en gran manera desde la edad media por papeles pintados al engrudo, en los que una pasta de harina o almidón coloreado se reparte por la superficie del papel creando patrones y dibujos con diferentes herramientas y peinetas.