miércoles, 16 de marzo de 2011

Preservación en la era digital

Nunca antes en la historia de la humanidad se había creado y distribuido tanta información como en la actualidad.

Siglos atrás, los registros se materializaban tallando sobre roca, grabando tablas cerámicas, o imprimiendo sobre papel, lo que les ha posibilitado -en muchos casos- llegar hasta nuestros días. La información digital, en cambio, desaparece sin dejar rastros: los sitios web “caen” sin previo aviso y las bases de datos son sobre-escritas. Inclusive los soportes físicos en los que confiamos -discos ópticos o magnéticos- tienen una vida útil sumamente limitada.

Por otra parte, Una inmensa cantidad de información está siendo descartada porque carece -aparentemente- de valor. Perder los sitios web de empresas que ya no existen, comunicados de prensa de políticos que ya no están en funciones o versiones obsoletas de programas informáticos, difícilmente resulte hoy preocupante.

Sin embargo, la historia nos ha enseñado que somos muy poco hábiles prediciendo que será de interés en el futuro: La Piedra de Rosetta, uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la información, es en realidad el registro escrito de una modificación en las regulaciones impositivas egipcias. Lo que da a la piedra su valor es que ese registro fue realizado en varios idiomas en simultáneo, permitiendo que los arqueólogos contemporáneos tradujeran por primera vez los hasta entonces indescifrables jeroglíficos.

La razón por la que la Piedra de Rosetta llegó hasta nuestros días no tiene que ver con esfuerzos de conservación: simplemente se trata de una gran roca de 756 kg. de peso. La fragilidad de los soportes en los que almacenamos nuestra información digital nos hace prever un panorama un tanto menos promisorio respecto a su supervivencia en el tiempo. A medida en que necesitamos almacenar más información, debemos recurrir a sistemas cada vez más complejos. La regla indica que a mayor densidad de información, menor es la duración: la Piedra de Rosetta era capaz de almacenar unos dos bits de datos por pulgada cuadrada, pero la información sigue intacta dos mil años después. Un DVD almacena 100 gigabytes en la misma superficie, pero por un máximo de 30 años.

Sin embargo, hay esperanzas: Investigadores del departamento de física de la Universidad de Berkeley, han creado un nuevo medio que puede almacenar información con una densidad miles de veces mayor que un chip, y preservarla por más de un billón de años. “Hemos desarrollado un mecanismo que consiste en una nanopartícula de hierro encapsulada dentro de un nanotubo de carbono”, explicó el físico Alex Zettl, director del proyecto. “A través de esta combinación de nanomateriales e interacciones, hemos creado un dispositivo de memoria que inclusive puede funcionar con los voltajes actualmente en uso.”

Sin embargo, el que seamos capaces de almacenar efectivamente nuestra información, no asegura que las futuras generaciones puedan efectivamente acceder a los archivos. El software se encuentra en permanente actualización y evolución, y la mayoría de las versiones sólo son compatibles con archivos de tres o cuatro “generaciones” previas. Además, el software es diseñado para funcionar dentro de un determinado “entorno” técnico, que cambia a una velocidad igualmente impresionante.

Si queremos asegurarnos que los historiadores sean capaces de acceder a nuestros registros, debemos mejorar nuestros esfuerzos técnicos para asegurarnos que la información siga siendo accesible mucho tiempo después. Tal como –proveyendo la información en varios idiomas- la Piedra de Rosetta fue la llave para liberar un inmensa área del conocimiento sobre Egipto.

Texto e imágenes:
Felipe Gilabert Rodríguez
Bibliotecólogo Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica


Fuente:
Fundación Patrimonio Histórico (2009). Preservación en la era digital [on line].
Disponible en línea: <http://www.patrimoniohistorico.org.ar/novedades/107-preservacion-en-la-era-digital.html>

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